—Odio
esta clase.—dijo antes de el final del horario escolar y el comienzo de las
horas de castigo para quienes tenían uno— ¿Quién encuentra interesante cuándo
Abraham Lincoln fue nombrado presidente de los Estados Unidos? Ni si quiera es
de nuestro país. Podrían enseñar más de historia de este pueblo. No sé, hasta
eso sería más entretenido.
Era
normal en ella. Siempre se quejaba, pero Kathleen y Daniel no la escuchaban al
cabo de un rato. Si llegaban a hacerlo, lo más probable es que terminen
irritados. Mejor dejarla hablando sola.
Todos
los alumnos saltaron de sus asientos en cuando se oyó el sonido de la campana
salvadora. Comenzaron a guardar rápidamente los libros en sus respectivos
bolsos para luego formar un montón en la puerta, obstruyendo el paso.
—Bueno,
yo estoy de acuerdo—dijo Daniel, alzando la voz para que se escuche.
Esperaron
a que la muchedumbre deje libre del salón de clases para poder salir. Ya en el
pasillo, comenzaron a caminar hacia la puerta principal del edificio.
A pesar de que el pueblo era pequeño y por lo
tanto tenía una reducida población, la escuela era enorme. Por dentro tenía
infinidad de salones a los que se entraba por puertas grises con ventanas de
vidrio esmerilado, los suelos eran de mármol blanco y pulido, siempre en
perfecto estado de limpieza, y junto a las paredes se alzaban impresionantes
columnas que sostenían el alto techo. A Kath siempre le habían fascinado los
pasillos de esa escuela, más no los salones, que eran completamente normales y
aburridos.
—Siempre
te quedas mirando como una tonta las columnas—rió alguien, sacándola de su
admiración. Era Daniel.
Kath se
encogió de hombros.
—Me
gustan.
Llegaron
afuera, abriendo la pesada puerta principal. Se sentaron al final de las
escaleras de entrada, anchas y de escalones altos. Lilly se revolvió en su
lugar, incómoda.
—Dime,
estuviste un poco rara hoy. Como… melancólica.—frunció el rostro.
—Yo creo
que estoy como siempre.—rió Kathleen.
Vislumbró
algo por entre los árboles que daban comienzo al bosque, y su mirada permaneció
allí.
—¿Vieron
eso?—susurró.
Daniel
alzó una ceja.
—¿Qué
cosa?—dijeron ambos al unísono.
—Alguien
o algo pasó por entre los arbustos de allí—señaló—, los que están donde
comienza el bosque.
Dan
sacudió la cabeza.
—¿Y?
Debe ser uno de esos estúpidos creídos que buscan llamar la atención. Ya sabes,
Alan y sus amigos.—hizo una mueca de disgusto—. No sé si recuerdan cuando les
arrojaron harina y refrescos encima.
Lilly se
revolvió nuevamente.
—Tardé
años en quitarme el pegote del pelo y de la ropa.
Kath ya
no los escuchaba. Se concentraba en un punto fijo, donde el viento susurraba
los secretos de las hojas secas, para luego caerse. Se acercaba el otoño.
Como un
suspiro, vio pasar nuevamente la silueta, que esta vez volteó y pudo ver por un
instante su rostro. Ojos ambarinos fueron lo único que resaltaron, y una blanca
piel que hasta de tan lejos parecía tersa y suave.
—¡Acaba
de volver a pasar!—dijo levantándose.—¡Y no era Alan!
Alguno
de sus dos—y únicos— amigos le puso la mano en el hombro.
—Solo
olvídalo—suspiró Daniel—, vamos, te acompañaremos a casa. En serio que estás
rara hoy.
Lilly se
levantó al mismo tiempo que Kath, que se quedó con la mirada perdida en
dirección al bosque. Lilly le tomó el brazo y la zarandeó, para luego llevarla
a rastras hasta la vereda, de color gris y baldosas grandes.
—No era
Alan—repitió—. No era nadie de la escuela.
No le
respondieron, pero, al cabo de un rato, Lilly si lo hizo, ansiosa. Quería
fingir que no le interesaba, pero se moría de la curiosidad.
—Bueno…
Podemos ir unos segundos. La verdad que también me da curiosidad.—esbozó una
sonrisa extraña.
Dan
suspiró.
—Ustedes
no tienen caso. Vamos.
Fueron
medio trotando hasta el principio del bosque, con un repiqueteo de mocasines
acompañándolos en cada paso. Al llegar, que la verdad no estaba lejos, Kathleen
se adelantó efusivamente adentro. Las hojas secas crujían con un sonido que le
encantaba cada vez que pisaba.
—No hay
nadie—dijo Daniel—. ¿Estás segura de que viste a alguien entrar aquí?
—¡Sí!
Tenía los ojos dorados.
Dan
cerró los ojos.
—¿Pudiste
ver un color de ojos a tanta distancia? Yo no llego a ver ni el poste de
luz.—frunció el ceño y abrió los ojos, examinando los de Kath— Bueno, tus ojos
siempre fueron extraños. Resaltan mucho, se pueden ver a bastante distancia.
Quizás tengas muy buena vista, mejor que las de las personas… ¿normales, corrientes?
Kath
hizo una mueca de desdén en dirección a Daniel.
—Soy una
persona corriente, ¿sabes?
Lilly
buscaba con la mirada, hasta rendirse.
—No hay
nadie aquí. O se fue, o te lo imaginaste.
—No lo
imaginé. Tenía la piel pálida y ojos dorados. Como un ámbar fuerte.—le dolía la
cabeza, y cerró los ojos frunciendo el ceño.
Lilly le
puso una mano en la frente.
—Tienes
bastante fiebre—dijo—, deberíamos llevarte a casa ahora.
Kath
suspiró, quizá demasiado fuerte. Odiaba que no la entiendan. Pero tal vez
tenían razón, debía descansar, el día había sido muy pesado.
Comenzaron
a caminar en dirección a la calle principal. Ya casi no pasaban autos. Bueno,
nunca había mucho tráfico puesto a que era un pueblo bastante pequeño… y
extraño. Los vecinos solían mirarte con desdén al ver pasar a la gente y
parecían tener un desagrado por vivir. Kath se imaginó a su vecino, el señor
Garrahan, con su típica mueca que no se corregía ni intentando sonreír. Bueno,
claro, prácticamente él nunca lo hacía.
Rió ante
el pensamiento y subió la mirada para contemplar por un segundo las nubes. El
sol comenzaba a bajar, tiñendo el cielo de un color anaranjado, y un poco por
encima de las nubes se alzaba un rosa tirando a violeta. La calle junto a la
acera estaba mojada y tenía pequeños charcos de agua, esa mañana había llovido.
Las calles no eran de asfalto, eran de arena, por lo tanto todas las mañanas
pasaba un enorme camión que arreglaba las calles. Había algunas partes en el
pueblo en las que las calles estaban hechas de asfalto, claro, pero la mayoría
era arena mojada.
El
pueblo era siempre gris durante otoño, invierno y primavera. En verano solía
haber sol y un calor agradable, pero no había playas. Durante aquella época del
año solían salir a comprar helados e ir al parque, o hacer campamentos en el
bosque cercano, junto a un río de agua cristalina.
Estaba
comenzando a lloviznar nuevamente, pero ya se encontraban a unos pocos metros
de la casa de Kath. No era una casa grande, sino pequeña tirando a mediana,
pero tenía dos pisos. La puerta de entrada era de madera y vidrios de colores.
A la madrastra de Kath le gustaban. La casa en sí era de madera, pintada en distintos
tonos de marrón claro, con alguna que otra ventana.
Kathleen
tenía un hermano biológico y una hermanastra totalmente desagradable. Era la
típica chica de la escuela adorada por todos y con amigas hipócritas y novios
musculosos. Cuando Kath tenía un año de nacimiento, su madre falleció, por lo
tanto solo la conoce por fotos. Nueve años después, cuando Kath tenía diez
años, su padre se casó con una guapa mujer rubia de ojos celestes grisáceos. A
Kathleen le agradaba, no era como las madrastras que ella se imaginaba de los
dibujos animados, pero a su hermano, Mike, cuyo verdadero nombre es Mason, no
le agradaba ni le agrada en absoluto. Al cabo de tres años, el padre de Kath
desapareció sin dejar rastro. La policía lo ha buscado, pero no encontraban ni
una pista. Desde entonces vive con su madrastra, su hermano y su hermanastra,
Melanie.
—Muy
bien, ya llegamos—dijo Daniel, corriendo junto a Lilly y Kath debajo del techo
de la entrada para resguardarse de la lluvia.
Kathleen
sacó sus llaves del bolsillo de la camisa del uniforme escolar y abrió la
puerta, haciendo girar la llave dos veces. La puerta se abrió con una melodía
de campanas de cristal que colgaban de la parte posterior de ella. Olivia, la
madrastra de Kathleen, las colgaba allí como un amuleto de “buena suerte”. Era
un poco rara, creía en ese tipo de cosas mágicas, o que las consideraba así,
como los atrapasueños. Esos adornos de su madrastra eran los únicos que le gustaban
a Kathleen, no creía en aquello de que atrapaban las pesadillas, pero le
parecían especialmente hermosos. Olivia los solía hacer a mano.
—¿Mike,
estás ahí?—preguntó en voz alta al no ver a nadie.
Sus ojos
se dirigieron al aparador con adornos de vidrio. Encima de él se encontraba un
papel perfectamente doblado. Lo desdobló y comenzó a leerlo, con sus dos amigos
detrás suyo espiando. Estaba escrito con una letra preciosa, era de su hermano.
«Kathie:
Olivia y yo salimos a un viaje
por dos semanas, te dejamos a cargo de la casa
Cuida bien de Melanie, ni se te
ocurra dejar que organice una fiesta
No te preocupes por nosotros
Suerte y ¡lamento no haberte
avisado antes!
Mike»
—Oh, no... ¡no ahora!
Imposible. ¿Cómo podrían haberse ido y dejarla sola con Melanie, y ni si quiera especificar a dónde se iban? La preocupación la consumía. ¿Y si les pasaba algo? ¿Por qué no decía en la carta a dónde iban? Y tendría que quedarse con Melanie. ¡Con Melanie, la dulce y compasiva Melanie!
Imposible. ¿Cómo podrían haberse ido y dejarla sola con Melanie, y ni si quiera especificar a dónde se iban? La preocupación la consumía. ¿Y si les pasaba algo? ¿Por qué no decía en la carta a dónde iban? Y tendría que quedarse con Melanie. ¡Con Melanie, la dulce y compasiva Melanie!
—¿¡Te
dejan la casa!?—exclamaron Lilly y Daniel al mismo tiempo.
—¡No me
supliquen, no me gustan las fiestas! Además, no tengo amigos a parte de ustedes.—los miró riendo nerviosamente.
—No iba
a decir eso…—dijo Lilly— ¿Pensaba en que nos podríamos quedar hablando aquí?—la
miró con ojos de cordero, pero sonriendo al mismo tiempo.— ¡Vamos! Nos podemos
quedar hasta tarde.
Daniel
tomó una linterna pequeña que se encontraba al lado suyo, y la encendió.
—Podemos
contar historias de terror.
Hizo una
mueca y se dio vuelta los ojos. A Kath y a Lilly les dio una sensación de
mareo.
—¡Oh no,
no hagas eso con los ojos!—exclamó Lilly, divertida.
Daniel apagó
la luz y las comenzó a perseguir a oscuras por toda la casa. Parecían tres
niños. Tenía a Lilly enfrente suyo, ambos rodeando la mesa, que se interponía
entre ellos. Prendió la luz y logró a atrapar a Lilly, que se puso, literalmente,
roja.
Kath se
dio la vuelta y soltó una carcajada.
—¿Tanto
calor hace aquí dentro, Lilly? ¡Afuera hace menos un gra-!
Antes de
que Kathleen termine de hablar y Lilly pudiera replicar, la puerta se abrió con
un estrepitoso ruido. Todos se dieron la vuelta, sorprendidos. Melanie jamás
abría la puerta de un golpe.
Un
hombre se alzaba en la entrada, con el ceño fruncido. Adelantó dos pasos,
amenazante.
—Quédense
tranquilos, chicos. Pónganse contra la pared.
Kathleen
dirigió su mirada horrorizada hacia abajo. Su corazón se aceleró aún más cuando
vio el revólver que tenía en la mano.
«Esto no
está pasando. Esto NO puede estar pasando.»
Miró a
Lilly, que tenía la misma expresión que ella. Podían hablarse con la mirada.
—¡Contra
la pared!—dijo el hombre, un poco más fuerte.
Los tres
hicieron caso. La sensación era terrible. El corazón les latía muy fuerte y
rápido, se les subía la temperatura del cuerpo. Miedo. Lilly lloraba, sin hacer
ruido.
—¿Dónde
están sus móviles?
—No
tenemos.—dijo Kathleen, paralizada. Cada palabra de ese hombre parecía una
cuchillada. Lo que decía era verdad; ella había perdido su móvil hace unas
semanas, Daniel y Lilly no los llevaban consigo, o eso creía.
—¿Cómo
que no tienen?—gritó con brusquedad—¡Fabian, rápido! No llamen a nadie.
Otro
hombre entró y cogió varios adornos de cristal de Olivia. Luego robó una
computadora portátil y el televisor. Las llevó hacia afuera y las guardó
rápidamente en un auto sin patente.
—Lilly,
tranquilízate—susurró muy bajo Daniel, que parecía trastornado. En ese tono,
los hombres no lo oían— ¿No ves lo nerviosos que están? Si fuesen terroristas
ya nos habrían matado.
Sus
palabras no habían sido demasiado “reconfortantes”. Lilly se desesperó aún más
y las lágrimas que brotaban de sus ojos podrían haber llenado una fuente. Daniel se regañó a
sí mismo y echó una mirada hacia atrás, sigiloso. Una mancha negra se asomaba corriendo hacia la casa. Era el perro del vecino, un
Rottweiler enorme y salvaje, que se dirigía hacia la puerta gruñendo y ladrando.
Mordió en la mano al otro hombre que tenía los cristales de Olivia,
haciendo que caigan al suelo y se rompan con un ruido que podía fácilmente ensordecer oídos. El hombre con revólver apuntó al
perro.
—¡Les
mato al perro!
Daniel
abrió los ojos como platos.
—El arma
es de mentira, no es de verdad—reconoció Daniel en un susurro.—No nos pueden
hacer nada. Lilly, ya no llores.
Kathleen
estaba en completo shock. Tenía la expresión paralizada y Se sentía observada. Giró lentamente la cabeza hacia
la ventana a su lado. Casi se ahoga con el propio aire.
Ese hombre.
El mismo chico que juró ver en el bosque estaba parado al otro lado de la
ventana. La miraba atentamente. Por alguna razón, verlo le daba una imperiosa
necesidad de llorar. No sabía quién era, pero no parecía malo, a pesar de tener
apariencia extraña. Le parecía… familiar.
Ella
abrió la boca y en un susurro casi ininteligible dijo:
«Ayúdame»
Los ojos
del hombre se tornaron instantáneamente blancos.
Gracias a Dios, terminé de renovar el primero. Es muy corto, lo sé y lo lamento, necesitaba subir =_=.
Kyaaaaaaaaaaaaaaaaaa soy sarache locuras!! ^^ La julietts!! ajajaja
ResponderBorrarA ver aver como ves cumpli con mi palabra!! Que quieres que te diga? la VERDAD ES QUE ME ENGANCHO! osea... el unico libro de primera persona que me lei fue la saga de la casa de la noche... y me encanto *__* y despues que tu historia no se poque me recordaba la de Ana (no se si la conoceras) (No digo nada de plagio eh!! si no que nose, tuve como la misma emocion cuando leia la history de Ana ajajajaja)
Y y... odiarme pero creo que adoraria una pareja de Alan y Kath!! *__* ajajajaj aunque Alan sera un hijo de blabliblu pero pero fhiehbgfihhdkj me parecio muy sersi el forzado beso ajajajaja
Tipico, ajajajaj en todo insti siempre esta el grupillo de guarras fox D: jajajajaja pobre Kath y peor es que su hermanastra sea como esas.... u.u
La protagonista: aqui te cuento una cosa de mi: YO NORMALMENTE ODIO A LAS PROTAS. (creo que es una mania o celos por que se queden con el chico que me gusta ajajajajaja) pero pero Kath... me encanto O.O osea..e s el personaje "pardillo" pero prota y que fijo que pegara una super evolucion (a lo digimon!! WEEEEE!! ok ya,) enserio, Kath, ese personaje me fascina, como la creaste, su caracter, es es muy realista O.O (ya aviso que al tener el pelo largo suma puntos, mi mania son: las protas, las chicas de pelo corto, y personajes castaños O.O no rpreguntes!! ajajajajajaj)
AGHH LA VERDAD QUIERO LEER MAS!! D: pero me salte mi hora de studio pa leer ajajjaaj asi que si puedo te leeo mas el viernes y por supuesto te comento para avisarte por donde voy ^^ ¡YA TIENES UNA NUEVA SEGUIDORA! ¡BESICOS VIRTUALES! <333 (cuando tenga mas tiempo me dedicara hacer fanart, y tu estaras entre ellas ^^ ajajaja)
JAJAJAJA NO SABES LO QUE ME REÍ CON TU COMENT X'DDDD Hoy hay invitados en casa (que no conozco e.e) y todos me voltean a mirar porque me reía enfrente del ordenador, me tuve que ir a mi habitación xDDDD Si, soy seguidora de Ana, me encanta como escribe c: jajaajja.
ResponderBorrarEl sassie casi-beso forzado, gruarrrrr e_e ¿una pareja de Kath y Alan, eh? Bueno, en ningún momento dije que Alan no volverá a aparecer, ewe, en el epi 2 hay otro encuentro y tenia planeado hacer otro unos cuántos capis luego :3
"El típico grupillo de guarras fox" JJAJAJAJJAJAJAJAJJAJA Me muero x'DD la super evolución de Kathleen a lo digimon jajajjaaja, oh dios, me ha encantado x3 Jolín, a mi también me encantan los personajes de cabello por debajo de los hombros :D
¿Te has salteado tu hora de estudio para leer? e_e awww<3 me has hecho acordar que ahora mismo debería estar estudiando para el exámen de Lengua ._. ooooow, fanarts♥ eres un solete n_n
Besicos virtuales para ti también!! ^-^