—¿Qué ocurre con Kathleen? ¿Aún no se despierta?
—Eeehmmm… ella… ella…
—¡Mike! ¿Pasó algo?
—¡No! Ella…
—¿Ella qué? Iré a despertarla.
—Pero…
—Nada de peros —dijo Olivia, y fue a la habitación de
Kathleen, pero, cuando entró, se llevó un buen susto— ¡Oh, Dios mío! ¿¡Dónde
está Kathleen!? ¡Mike! ¿¡Qué ocurrió con ella!?—le regañó.
—Ella… Salió temprano a… ¡a comprar tu regalo de cumpleaños!
Me había pedido que no te lo dijera.
—¡Oh, conque era eso! Ya me estaba asustando, de echo,
incluso me olvidé de que mañana es mi cumpleaños.
Mike rió nerviosamente, <<Kathleen, dondequiera que
estés, ¡vuelve!>>—pensó.
—¿¡De qué rayos estáis hablando!?
—Por favor, solo confíe en mí, acompáñeme, tengo algo que
daros, es un regalo de parte de la reina Iris para la Elegida, es decir, usted.
—¿Elegida? ¿Reino de Desideria? ¿Reina Iris? No conozco a
ninguna Iris, lo siento. Y no entiendo de qué está hablando.—dije retrocediendo
dos pasos
—Ya la conocerá. Por favor, solo confíe en mí—dijo, y
extrañamente se paró, ya no tenía ninguna herida. Me tendió la mano.
—¡Ni se te ocurra, Kath!—me gritó Lily.
—Ya… pues, ¿y cómo sabré si no tratarás de matarme?—pregunté
desconfiadamente.
Sacudió la cabeza.
—De ninguna manera trataré de haceros daño, de echo, mi
deber es protegerla. Acompáñeme hasta mi nicho y podré explicaros de qué va
todo esto.
—Kath…—me dijo Lily—Por favor, no…—estuvo a punto de
desmayarse ¿qué rayos le estaba pasando?
El vampiro me miró directamente a los ojos, el color de sus
ojos blancos se volvió a tornar de un ámbar con un brillo cálido, y de repente
me sentí atraída.
—Por favor.—me dirigió una dulce sonrisa, me tendió la mano,
y yo instintivamente, como si no supiera lo que hago, se la tomé.
De la nada, todo se tornó oscuro a mi alrededor.
Cuando desperté, lo primero que me pregunté fue
<<¿Estoy muerta?>> pero al parecer no, abrí los ojos. Estábamos en una cueva, en ella había asientos y una mesa hechos con troncos y al frente mío estaban Lilly y Daniel tendidos en el suelo, dormidos, y el vampiro, sosteniendo una pequeña cajita de metal. Estaba preparando una especie de bebida, estaba vertiendo unas cuantas gotas de color escarlata y las mezclaba con una especie de jugo extraño y había cortado en cuadraditos una fruta rara que nunca jamás había visto. Como si hubiera presentido que me desperté, se dio la vuelta.
<<¿Estoy muerta?>> pero al parecer no, abrí los ojos. Estábamos en una cueva, en ella había asientos y una mesa hechos con troncos y al frente mío estaban Lilly y Daniel tendidos en el suelo, dormidos, y el vampiro, sosteniendo una pequeña cajita de metal. Estaba preparando una especie de bebida, estaba vertiendo unas cuantas gotas de color escarlata y las mezclaba con una especie de jugo extraño y había cortado en cuadraditos una fruta rara que nunca jamás había visto. Como si hubiera presentido que me desperté, se dio la vuelta.
—Oh, por fin despertó, lamento haberla traído hasta aquí por este
medio, pero debía contaros cosas importantes, en cuanto a sus amigos, solo
están dormidos, no se preocupe.
—¿Qué hago aquí? ¿Y quién eres?
—Oh, lo lamento, mi nombre es Fredrik, Fredrik Lambert. Soy
un vampiro.
—Ya me he dado cuenta. ¿Qué ha hecho con Lilly y Daniel?
—Se han desmayado, pero la razón es porque un humano
corriente, al ver a una criatura ente le causa mareos y termina desmayándose,
pero luego se recuperan, en cambio, usted, pertenece al reino de Desideria, por
lo que ver entes no le causa daño.
Ahora comenzaba a comprender una parte. Aunque no del todo. Ni si quiera me lo quería creer.
—Ya. ¿Qué hay en la caja?—dije señalando con la barbilla la
pequeña cajita de metal que el vampiro sostenía en sus manos.
—Aquí está el regalo de parte de la reina Iris. Se lo
entregaré luego de explicarle lo que le debo explicar.
—Pues explíqueme, no entiendo nada de todo esto.
—Mire, sé que le sonará raro, pero usted es parte de un
reino oculto dentro del Otro Mundo llamado Desideria, aquél es el lugar donde ha visto a la mujer
rubia y a la de cabello marrón. Ese día no quise atacarla, pero he estado
tratando de atraerla hasta allí desde que la encontré. En su sangre se huele
que es la Elegida. Solo pueden ver el reino quienes son parte de él. Su padre
formaba parte de él, por ello desapareció. El se fue a vivir a Desideria, era
su deber. Usted debe ir a Desideria también. Vivirá en una gran casa con
personas como usted, también sus amigos pueden ir con usted.
—¿¡Mi padre!? ¿¡El sigue allí!?—me levanté de un salto
—¿¡Mi padre!? ¿¡El sigue allí!?—me levanté de un salto
—Lamentablemente, me temo que murió… Pero hay personas que
creen que se escapó de la casa o que se perdió en el bosque, también se dice
que salió del reino y buscó su libertad.
—Pero…—dije en voz baja— Realmente no entiendo todo esto…
¿Para qué me llevarán a ese condenado reino? ¿Y por qué soy la tal “Elegida”, Elegida para qué? Es decir,
para qué me eligieron ¿Y para qué me queréis?—Ahora estaba más confundida que
antes si cabe.
Suspiró.
—Escuche, es muy difícil de entender, en el Otro Mundo hay una
guerra entre dos reinas, y por ello se dividió el mundo, una mitad es Desideria, y la otra es Amestris. Desideria le pertenece a la reina Iris y Amestris le pertenece a Dinorah. Bueno, y su padre pertenecía a aquel reino,
por ello se marchó, ya se lo he dicho. La Elegida se destaca por aquella
persona fuera del reino, en realidad perteneciente a Desideria, cuyo poder en
sí desconocido que ayudará a Desideria contra La Oscuridad y seres de magia
negra (ya le explicarán el tema de las magias allí). En fin. Se ha buscado a la
Elegida durante varios años y yo, como soy el único vampiro en el que se puede
confiar y sabían que estaba en condiciones de vivir fuera del reino, me
pusieron ese cargo a mí. Y luego la encontré a usted, Kathleen Fournier. La
Elegida. Hoy mismo, cuando os vayáis, iré a avisar que os he encontrado. Usted
posee poderes que le enseñarán a dominar y le enseñarán todo acerca de
Desideria.
—Oh… Ahora creo que entiendo mejor, entonces, yo, es decir,
la tal “Elegida” tengo que ir a ese
reino para desarrollar mis “poderes” y vencer a La reina de Amestris, viviré en una casa con personas desconocidas y arriesgaré mi vida.
Bien, esto es completamente patético. Usted está más fuma-...—me mordí la lengua antes de decir algo que le moleste.
—Puede que crea que esté soñando, pero en realidad no es
así, todo esto es real… Allí la protegerán, conocerá a personas nuevas
personas, desarrollará nuevas habilidades, conocerá criaturas extrañas…—dijo
con un tono convencedor.
—¡Vale!—chillé—. Me has convencido. Iré a ese maldito reino
y os ayudaré con lo que queráis.—resople y me levanté de la silla, solo para volver a sentarme luego, y de repente recordé a mi familia—. ¿Pero, y mi
madrastra? ¿Y cómo podré llevar a Daniel y Lilly, si solo pueden ver el reino
quienes pertenecen a él?—puse ojos de borrego.
Fredrik esbozó una sonrisa.
—Excelente pregunta, me sorprende que comprenda todo tan
rápido, generalmente uno tardaría en comprender todo y más que nada creerlo—en
realidad no me creí casi nada, y mucho menos comprenderlo—. Tu madrastra ya
sabía de esto, se le avisará. En cuanto a sus amigos, se les dará para beber
una pócima que les hará poder ver Desideria y formar parte de ella.
Tomó un sorbito de su extraña bebida.
—Oh, ¿De verdad?—mis ojos se iluminaron.
Su sonrisa se hizo más amplia, y asintió levemente con la
cabeza.
—¿Alguna otra duda?
—¿Por qué cuando le di mi mano todo a mi alrededor se
oscureció?
—Coerción. Una táctica de los vampiros, no está bien usarla,
pero era el único método que me quedaba para traerla hasta aquí.—se encogió de hombros, un poco avergonzado.
—Ajá, bien. ¿Y cuándo me llevarán a Desideria? ¿Allí hay más
entes como tú?
—Claro que hay más entes, incluso más tipos, ya lo
descubrirás, en todo caso, te llevaré a Desideria en unos días, mantén
preparados a tus amigos. Oh, creo que ya están volviendo en sí.
Y era cierto, Lilly y
Daniel comenzaron a abrir lentamente los ojos. Cuando ya se incorporaron del
todo, dieron un respingo y se pararon rápidamente. Les dirigí una sonrisa.
—¡Kath! ¿Estás bien, esa cosa te hizo daño?—me preguntó Lily
rápidamente.
—Estoy bien.—respondí.
—¿Qué hacemos aquí?—preguntó Daniel desconcertado.
—Chicos, él es Fredrik Lambert, el vampiro. No es malo,
¿luego les explico, si?
—Vale—dijeron en voz baja, desconcertados, al unísono. Se
dirigieron una mirada extraña.
—¿Y cómo es que me pudisteis encontrar?
—He estado buscándola por varios años, usted tiene la sangre
de Elegida, y por eso supe que usted lo es. Incluso he estado intentando
atraerla a Desideria pero me es difícil.
—Oh, vale… Ahora entiendo. Fredrik, ¿cómo volvemos a casa?
¿y cuándo nos encontraremos?
—No, prefiero dejarle un poco de tiempo, sería mejor que
viniera en dos días, debe empacar su ropa. Preferiblemente en el atardecer. En
el bosque. Pronto os mandaré una carta avisando esto mismo.
—Está bien—dije lentamente—. Nos vemos. Yo me encargo de
explicarle a Lilly y Daniel todo este rollo.
Y dicho esto, me puse en marcha.
—¡Oh, espere! Tengo que darle el obsequio—dijo, y abrió con
mucho cuidado la pequeña cajita de metal, y con un chasquido de dedos, de la
caja apareció un colgante y un anillo—.Tenga, esto la protegerá, son un collar y un anillo mágicos, en cuanto
te los pones se aferran a ti. Posee propiedades mágicas,
cuídalos—dijo, y me colocó el anillo y luego me puso el colgante, eran realmente hermosos, y la verdad es que
sí se veían mágicos.
El colgante era una piedra azul brillante y mágica, con unos alambres de plata que la sujetaban, y el anillo era de plata, grueso, y tenía un rubí incrustado, resplandeciente apenas me lo colocó. Apenas me colocó el colgante sentí que se me aceleraba el corazón, y una sensación de frío me recorrió todo el cuerpo—el anillo también había resplandecido con una luz que me segó—, el colgante, resplandeciendo muchos brillos y sonidos. Y ya puesto, sentí como si ahora formara parte de mi cuerpo, como si fuera otra
extremidad, otro sentido…
—Bien, ya está, que tengáis mucha suerte, nos vemos.—dijo, y
nos abrió lo puerta.
—Adiós Fredrik. Y, por cierto…
—¿Si?
—Tutéame, por favor.—le dirigí una sonrisa, y me fui
llevando a rastras a Lilly y Daniel, que estaban realmente desconcertados y tenían los ojos abiertos como platos.
—¿De qué rayos hablaban?—me preguntó Lily cuando salimos de
la casa de Fredrik.
—Creí que quería matarnos.—dijo Daniel.
—¡Claro que no! El es bueno; les explicaré todo cuando
lleguemos a casa, ¿si? Es muy complicado…
Cuando llegué a casa, estaban todos mirándome con los ojos
abiertos de par en par—prescindiendo de Melanie, que estaba con su teléfono en el sillón, ya
que hoy no había clases—, mi madrastra corrió a abrazarme, Melanie no dio
ninguna muestra de interés y Mike puso una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Al fin, cariño! Creímos que te había sucedido algo.
—¡Claro que no, mamá! Estoy bien—le dirigí una sonrisa,
aunque fuera mi madrastra, la quería mucho, casi como si fuera mi verdadera
madre; yo jamás conocí a mi verdadera madre. No tengo ningún recuerdo de ella,
mi padre solo los tenía escondidos, los he buscado por años, pero jamás los
encontré.
Mike me agarró por el brazo y me susurró al oído:
—Le he dicho a Olivia que has ido a comprar su regalo de
cumpleaños, supongo que lo habías olvidado, ¿no?
Puse los ojos en blanco. ¡Dios mío! ¡El cumpleaños de mamá!
Debería comprarle un regalo lo más pronto posible, sino, me pillarán.
—¡No puedo esperar para que mañana sea tu cumpleaños! ¡Ya te
quiero dar el regalo que te compré!—dije nerviosamente.
—¿Te pasa algo, cariño? Te ves muy nerviosa.
—¡No, para nada, no es eso! Es que… Hummm… No sé si el
regalo que te compré te gustará.
—Oh, cariño, no importa que me regales, con que estés
conmigo es mucho más que suficiente.
Me dirigió una mirada cariñosa.
—Bueno, si me disculpáis, iré a mi habitación.—dije, y salí
corriendo escaleras arriba, subiendo a trompicones.
—Está un poco extraña después de aquel incidente, ¿no creen?
—Ajá—dijeron al unísono Melanie y Mike.
Apenas llegué a mi habitación—por cierto, toda desordenada—,
recibí una llamada de Lilly.
—¿Hola? ¿Lilly?
—¡Kath! Estoy súper emocionada—me soltó a toda prisa—, ¡ya
quiero ir a ese reino oculto! Y Daniel también está muy entusiasmado, por
cierto, ahora, te recomiendo que vayas empacando tu ropa y algunas cosas,
¡procura que sean muy pocas cosas extra! Y…
—Tranquila, Lilly, tengo todo controlado—le interrumpí—,
bueno, casi todo, aún no he empacado, pero, eh, que faltan dos días, tranquila.
Lilly soltó un resoplido.
—¡Si, lo sé! Pero sencillamente no puedo esperar más, ¡va a
ser tan emocionante! ¡Criaturas sobrenaturales, Kath! ¡SOBRENATURALES!
—Lilly, tranquilízate. Iremos dentro de dos días, ya lo ha
dicho Fredrik, y en cuanto a esos entes, no todo son buenas compañías, está esa
gemela de la reina no-se-qué con su ejército de criaturas de magia negra y
oscuridad, te lo recuerdo.
—Tú siempre mirando el lado malo…—me dijo, y me dio la
impresión que mientras lo decía sacudía
la cabeza.
Oí unos pasos que se acercaban apresurados por el pasillo.
—Oh, shit —susurré—
Oigo pasos, viene mi madre, no me puede pillar hablando, ¡adiós, adiós,
adiós!—corté la llamada.
Se abre la puerta. Entra mi madre.
—¿Cuándo ordenarás todo este desorden?—hace una mueca de
disgusto—. Deberías comenzar ya.
—Mamá… has recibido… ¿la carta de Fredrik?—tragué saliva.
De repente me pareció ver que estaba un poco tensa.
—¿Cómo dices?—abrió los ojos como platos—. ¿Quién es
Fredrik?
Carraspeé.
—No, nada, debí haberlo soñado, ehm… es que soñé con un
vampiro.
Mamá parecía extrañada. Pero a la vez asustada, como si
pensara que me iría para siempre.
—Oh, conque es eso… ¡qué imaginación!—rió nerviosamente.
En ese momento entra Mike a mi habitación.
—Eh, Kath, ¿quieres ir a dar una vuelta?—me pregunta.
—Eso, id a dar una vuelta, así te despejas un poco, no haces
más que estar en tu habitación.—sacudió la cabeza.
—Vale.—dije, y me puse a buscar una chaqueta, la primera que
encontré en mi armario, y me la puse.—Vamos, pues.
—Vale, ahora vayamos a comprar el regalo de Olivia. ¿Vamos
hacia el centro comercial?
—Sí, no encuentro otro lugar mejor—me encogí de hombros—.
Aquí no hay muchas tiendas por las calles.
—Muy bien. Vamos. Oye, ¿Atraparon a ese vampiro?
Me encogí de hombros nuevamente, esta vez, un poco nerviosa.
—Sí, pero no es malo, me ha estado protegiendo desde hace 3
años, o algo así.
—Vaya.
Para mi suerte no preguntó nada más acerca del tema. No
quería hablar de ello.
Estuvimos prácticamente toda la tarde dando vueltas por todo
el centro comercial de aquí para allá decidiendo qué regalo comprarle a mamá
por su cumpleaños, que es mañana. Planeábamos darle una sorpresa al día
siguiente.
Al final optamos por comprarle un bolso color bordó bastante
oscuro, que se abría con cierre, no con el botón de imán que todas las mujeres
llevaban en los bolsos de ahora. Sinceramente no entiendo la moda. Utilizan un
bolso con la billetera dentro y cosas importantes como el DNI y bobadas en la
cartera que tiene en vez de un cierre, un botón de imán, lo cual pueden abrirlo
con más facilidad y robarte las cosas. Las demás chicas visten lo que sea que
se encuentre a la moda, por más ridículo que sea; la semana pasada, Brenda y
Leslie llevaban una corona de flores, pero no de las que tienen flores
pequeñas, si no las que tienen unas flores tremendamente gigantes, y unas
zapatillas floreadas de colores chillones, se veían realmente ridículas, en
especial porque llevaban aquellas prendas junto con el oscuro uniforme escolar.
Llegamos a casa, con la bolsa con el regalo de mamá dentro,
tratando de esconderla y que no la vea. Pobre mamá, tendré que irme justo un
día después de su cumpleaños…
Ni rastro de Melanie, ¡qué suerte! Al fin, creo haber oído
que se fue a pasear con Brenda y Leslie.
Le di el regalo a Mike para que lo esconda, entro en mi
habitación, cojo mi teléfono y miro la hora—siete y media (19:30)—. Mierda,
hemos estado un buen rato fuera.
Apenas me doy cuenta de que mi habitación está extrañamente
ordenada, y tiene un ligero olor a lavanda. Seguramente fue mi madre. Sonreí
para mí, y cuando me doy la vuelta, veo en el marco de la ventana de mi
habitación, una carta de papel amarillento, algo viejo.
Me dispongo a abrirla.
—Para miss Kathleen Fournier, de Fredrik Lambert. “Buenos días Kathleen, espero que te
encuentres bien, te envío esta carta avisándote los datos para encontrarnos tú
y tus amigos en el bosque para ir a Desideria. Nos encontraremos en el mismo
lugar donde han aparecido tú y tus amigos por la noche. Os esperaré allí en el
atardecer. Ya he avisado a los miembros de la casa que vendréis, procurad
empacar vuestra ropa, no es necesario que sea toda, ya que les prestarán varias
prendas de Desideria. Pero solo las damas, vuestro amigo hombre debe empacar
toda su ropa. También podéis llevar algunas cosas extra, pero solo 3. Atte:
Fredrik”—leí murmurando.
—¿Qué estás leyendo?
Me levanté de la cama sobresaltada, ocultando la carta por
detrás de mí. Era Melanie quien me había asustado.
—¡Melanie, aprende a llamar a la puerta! Me has dado un
susto de muerte.
—¿Qué es eso que tienes ahí?
—Nada de tu incumbencia.
—Kathleen, te lo advierto, ¿qué tienes ahí?
Se acercó a mí lentamente, e intentó cogerme la carta de la
mano.
—¡Nada!
—Si me lo ocultas, es obviamente porque es algo importante
que nadie puede saber más que tú. ¡Dámela!
—No, Melanie, no te la daré, yo no entro a tu habitación sin
permiso y te quito tus cosas, ¿o sí?
—Pues no, yo no tengo nada que esconder, pero tú sí.
Logró cogerme la carta de la mano y comienza a abrirla. De
repente se escuchan fuertes pasos por el pasillo y la puerta se abre de golpe.
—¡Devuélveme mi carta, Melanie!—dije entre dientes.
—¡Melanie, baja a la mesa!
Mike se había plantado en el marco de la puerta, cogiendo suavemente del brazo a Melanie, impidiendo que me arrebatara la carta.
—¡No te metas, Mike!—le chilla.
—Claro que me meto, bajen a la mesa, las estamos esperando
para cenar. ¿Y esto?.—le cogió la carta de la mano y me la pasó a mí—. Ten
Kathleen, y, Mely, la próxima llama a la puerta, por favor.
Melanie resopla furiosa, y baja a cenar. No sin antes
lanzarme una mirada asesina por detrás de Mike.
—Guarda eso antes de que mistress Catastrofista venga y te
lo robe.
Asentí con la cabeza, y escondí la carta en mi valija, que
escondí en mi armario.
—¿Vamos? Ya está la cena.
Mike es quien más me agrada de esta casa, siempre está ahí
cuando lo necesito, y lo malo es un poco demasiado sobre protector… Por lo que
Daniel no le cae demasiado bien. No le gusta verme con chicos, aunque no tengo
más amigos a parte de Lilly y Daniel. Sabe que me enojaría si se pone a pelear
con Daniel, por lo que solamente se digna a dirigirle miradas asesinas. Aunque
a Daniel no parece importarle demasiado.
Mi madrastra me cae hasta cierto punto bastante bien, es cariñosa, pero ya que Melanie es su hija-hija, le tiene mucho más cariño, y con motivos, aunque en los últimos días estuvieron un poco peleadas, por eso es que no le han visto su lado cariñoso. A Mike no le agrada ni medio mi madrastra, siempre le llama por su nombre, Olivia. Y Melanie, siempre humillándome en la escuela, robándome cosas, mintiendo para que me regañen, y millones de cosas más.
Mi madrastra me cae hasta cierto punto bastante bien, es cariñosa, pero ya que Melanie es su hija-hija, le tiene mucho más cariño, y con motivos, aunque en los últimos días estuvieron un poco peleadas, por eso es que no le han visto su lado cariñoso. A Mike no le agrada ni medio mi madrastra, siempre le llama por su nombre, Olivia. Y Melanie, siempre humillándome en la escuela, robándome cosas, mintiendo para que me regañen, y millones de cosas más.
Bajé corriendo por las escaleras y me senté en una silla,
tenía un hambre de lobos, ya que me he saltado el desayuno y el almuerzo, pero
recién me daba cuenta, porque con todo este asunto de la “Elegida” no paran de revolotearme ideas en la cabeza.
Melanie me dirigió una mirada, y sonrió falsamente.
—Mamá, ¿sabes que Kathleen se manda cartas amorosas con un
chico de la escuela?
Esa maldita… Casi me atraganto con la comida al escucharlo.
—¿Cómo?—me miró con los ojos abiertos como platos.
—Está mintiendo. Yo no tengo nada con ningún chico, y, os
recuerdo, que solo me junto con Lilly y Daniel.
—Es verdad—me apoya Mike—. Solo se junta con Lilly y Daniel.
Y, si no recuerdo mal, eras tú quien coqueteaba con los chicos, Mely.—a pesar de que me estaba apoyando, me dirigió una mirada asesina.
Melanie le mira furiosa.
—¡Eso es mentira! Y además, no estoy muy segura de lo que
dicen, porque el miércoles vi que Mason le estaba pidiendo a Kath una cita.
Shit, tenía razón,
pero yo no había accedido. Mason tiene el cerebro del tamaño de un guisante y no
para de hablar chorradas, avergonzándote dondequiera que vayas.
—Sí, pero te faltó el pequeñísimo detalle, Melanie, de que
yo no accedí.—dije con un ligero tono retador.
Se le borró su sonrisita triunfal.
Pasamos el resto de la cena en silencio, y luego mamá nos
mandó a todos a dormir. Claramente yo me quedé despierta en mi habitación,
empacando algunas pocas prendas en una
pequeña maleta mía, y me llevé de cosas extra, mi arco y mis flechas, no podía
ir a otro lado sin ellos.
Cuando ya estuve lista—tardé como media hora en revisar
quinientas mil veces si tenía todo listo—, me acosté en la cama y me dormí.
Aunque no me resultó muy fácil, tenía grabadas en la cabeza
todas esas informaciones y los comentarios de aquel extraño vampiro, Fredrik,
sí, Fredrik… Era realmente un tipo extraño, con sus ojos cálidos ambarinos que
a veces se le tornaban de un color blanco, lo cual hacía que parezcan dos
preciosos diamantes. Su tez extremadamente pálida, sin ningún defecto, era una
piel perfecta, sin espinillas ni cicatrices ni marcas; una perfecta tez pálida.
Recuerdo que me había dicho por medio que aquella bebida era para reemplazar la
sangre humana que deben beber todos los vampiros para vivir, pero mezclaba
algunas pocas gotas de sangre con un montón de diferentes extractos de
especias. Y también debía comer a juego una fruta extrañísima. Y lo más extraño de todo fue que cuando le habíamos clavado la flecha, a los minutos ya no tenía ninguna herida y se encontraba perfectamente. Pero apenas me había fijado, ya que estaba bastante trastornada por el encuentro y todas aquellas cosas raras que sucedieron.
Para lograr dormir, comencé a cantar canciones aburridas y
extremadamente lentas en mi mente. Ni siquiera me había dado cuenta cuando
cerré los ojos y me hundí en un sueño profundo.